3 may 2009

El acoso en el trabajo, "muy difícil de probar"



Aunque las situaciones de acoso moral en el trabajo (Mobbing) cada vez son más frecuentes, también las técnicas que utiliza el protervo son cada vez más sutiles y enredosas. De ahí que se construya una espiral, una tela de araña que envuelve la realidad de la víctima hasta confundirla con lo imaginario. Mucho tiempo en esta situación convierte a las personas que sufren acoso laboral en trozos de lo que fueron una vez, en auténticos pedazos inconexos. Por esto último, el acoso en el trabajo es tan difícil de probar.

El acoso es una estrategia intencionada, maquinada por personajes indignos que pasan de la ética y a quienes sólo les importa su ombligo y su bolsillo. No quiero decir con esto que esos personajillos grises sean inteligentes ni que puedan valerse por sí mismos. Por el contrario, son indecisos a la vez que ambiciosos; son dependientes aunque quieran aparentar autonomía y necesitan de personajes de su misma calaña (grises, tramposos y serviles) que den la cara por ellos porque, además de todo, son unos cobardes. Justamente por eso tejen cuidadosamente sus artimañas y se rodean de otros estómagos agradecidos a quienes consideran “sus sirvientes”. Todos juntos se retroalimentan, se transforman en “poder” (que con su pan se lo coman) y se reparten las más miserables funciones con un único objetivo: rodear hasta dejar exhaustos a quienes no se une el rebaño, a quienes no se han dejado manipular, a los que no han querido ser “sirvientes”.

Una de las funciones que se reparten es la manipulación: si de varias bocas con lenguas viperinas salen las mismas frases y éstas se dejan caer en diferentes ámbitos, la difamación se extiende… Así calificaciones que parecen intranscendentes (es una persona un poco caprichosa; la pobre no sabe lo que quiere, tiene problemas…) terminan estigmatizando a la persona de quien se habla. Una vez, tachada ésta de los que no es, toca la fase del aislamiento: hacerle el hueco, mirarla con desprecio, hablar a sus espaldas, continuar difamándola, intoxicar a quienes tratan con ella y, si se tercia, insultarla. En las situaciones de mobbing todo está permitido, incluida la falta de respeto, porque nadie tiene rostro ni tampoco corazón; se utiliza la técnica de encubrimiento entre todos los sirvientes para atacar cruel y sutilmente a la víctima, que es la única señalada.

Abonado el terreno, queda machacarla laboralmente y eso se consigue haciéndole luz de gas: no te enteras, yo no he dicho eso, cómo que no has terminado el trabajo, que mala cara tienes, ¿te encuentras bien? Esto forma parte de la estrategia que tiene como objetivo quitar de en medio a quienes no son como ellos, a quienes no se dejan manipular, a quienes creen en la ética, a quienes pueden, incluso, tocarles las narices si abren la boca. En algunos casos, la persona acosada no da crédito a lo que sucede e incluso llega a confundir la situación real que vive con algo imaginario que puede estar sucediéndole.

Durante el interminable proceso del mobbing nada es casual; por el contrario, todo es causal; nunca sucede nada por casualidad y siempre tiene complejas causas y porqués. Las consecuencias de esta situación son tan tremendas como incalculables para la víctima, quien termina machacada en su salud física y psíquica al igual que en su entorno social más cercano (familia, amigos, parejas, etc.). La persona acosada vive a fuerza de fármacos para poder hacer un poquito de vida normal; lo que ya nadie le va a devolver es el tiempo de vida que le han robado.
A pesar de que el tema sea sangrante y se esté convirtiendo en una de las epidemias del siglo, muy pocos casos de mobbing llegan a los juzgados y, si llegan, pocos terminan probándose ni a favor del denunciante. Y es que, dado el maltrato de guante blanco, son muy difíciles de probar
como se recoge en la Edición digital de la Región donde se confirma lo que hemos expuesto con anterioridad y, además, añade:

Los expertos dicen que el acoso moral en el trabajo sufre una tendencia al alza que se refleja en las encuestas -en torno a un 15% de la población laboral en 2005- pero no en los juzgados. Y es que, como señala la abogada Virgina Villar, ‘el acoso laboral es una situación que existe pero que presenta unos perfiles que son muy difíciles de probar ya que genera una situación emocional en la víctima que lleva a la incredulidad por parte de sus compañeros. La persona acosada se resiente y cuando es capaz de verbalizar lo que le ocurre, su afección emocional hace que lo diga de tal manera que es “cuestionada”.
Por ello, según fuentes judiciales, las denuncias que llegan a los juzgados no reflejan la realidad, pues en los casos en que el acoso laboral desemboca en despido se abordan como tal. Es más, ‘algunas veces la víctima prefiere, incluso, que el caso se resuelva por otra vía, ya que la mayoría de las veces es una situación que se produce entre la víctima y el acosador, y la primera no tiene la oportunidad ni de pedir la cuenta’, dice Virginia Villar. A su juicio, todavía es muy difícil de probar’ una situación de estas características.
Villar considera que ‘en el caso de que la víctima sea una mujer, es todavía más difícil ya que en muchos casos suele tener el perfil de una proposición no correspondida. Cuando el superior se ve no correspondido, el acoso laboral es tremendo’. (
Leer más en http://www.laregion.es/noticia/89447/acoso/trabajo/mobbing/dificil/demostrar/consecuencias/)

Desde La Mirilla observamos que la cuestión no es que el diagnostico de las personas que sufren mobbing sino que mientras los psicólogos y médicos psiquíatras diagnostican depresión, estrés o ansiedad y tratan la enfermedad como consecuencia de la presión y acoso moral, legalmente no se entra en las causas de esos padecimientos (enfermedades provocadas por el trabajo), que se consideran como enfermedades comunes y no enfermedades o accidentes laborales.

2 comentarios:

Raskolnikov dijo...

A pesar de todo veo (leo) que te has animado a escribir, aunque estoy contigo en que no está de más utilizar la música, que dice cosas que es imposible decir de otro modo.

Pues para cuando quieras ese café literario-fílmico

Kken dijo...

Soledad, es increible lo que has descrito aquí, todo es tan cierto!!! Lástima que a veces sólo nos escuchen, (que no oirnos) las personas que lo han padecido y padecen.

También es lamentable que esto no llegue a ser delito, y no porque no lo sea no, sino por lo que describes.
Yo tuve la grandísima suerte de que sí se vio que era una enfermedad laboral, pero mientras leo noticias, comentarios de personas acosadas, cuando alguien me cuenta cómo está pasandolo y veo que no tiene más fuerza, que renuncia a su vida plena en salud porque no PUEDE más, en esos momentos siento rabia y dolor, no puedo con la injusticia de ver como en este país se siguen guardando en a saber dónde cadáveres.

Luchamos por expresarnos y tratamos de hacer algo, y aunque a veces sea una impotencia extrema, muchas veces no podemos hacer más que estar, entender y apoyar a quién lo está pasando.
Puede parecer poco dada la importancia y necesidad de acabar con este DELITO, pero por otra parte es mucho Soledad, imaginas cómo nos sentiríamos si eternamente callasemos hemos que al principio callabamos porque parecía que estabamos locas?. Y es que es uno de los poderes que tienen los acosadores maltratadores, el hacer parecer a la víctima una persona "ida, que no sabe ni lo que dice, porque sus crueldades,las que hacen estas personas indeseables que acosan, hacen que la realidad supere la ficción y eso enpequeñece un poco más si cabe a la persona afectada.

Me ha encantado leerte porque creo que has descrito a la perfección esa tela de araña de la que tanto me hablaba mi psicóloga al principio de las terapias y yo no acababa de entender, pero que con el tiempo no solo lo entiendes, sino que es algo tan grabado a fuego que ya una es capaz de explicarlo.

Gracias Sole, nunca dejes de contar, porque leerte, ver los vídeos, entrar en esta mirilla a mi me acompaña mucho, y sé que acompañará a muchas personas.

Un beso

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