26 may 2009

Educación, por favor


La palabra es la materia básica para entender lo humano. Las palabras son reflejo del pensamiento y la imagen de quien las utiliza. Expresiones malsonantes, insultantes, irrespetuosas e incorrectas muestran, además de poca educación, una gran pobreza de léxico y falta de respeto a los demás. En este sentido, no estaría de más emprender una campaña de limpieza lingüística en contra del lenguaje discriminatorio, prepotente e humillante que conlleva actitudes despreciativas hacia la persona.

Y no me refiero al traido y llevado lenguaje sexista, a la discriminación por cuestiones de género ni tampoco a expresiones xenófobas; lamentable y frecuentemente, se utilizan términos soeces e inapropiados en diferentes ámbitos sociales, incluido el laboral. Por ejemplo, la expresión «vete al carajo» no debe utilizarse aunque la conversación sea agitada. Tampoco, «la cagó», cuando alguien comete un error; ni «la está cagando» si alguien no está de acuerdo con lo que escucha. En ningún caso, una persona que plantee temas con los que otros no comulguen debería obtener como respuesta «ya está con sus pajas mentales». El español tiene un rico y variado léxico que puede y debe utilizarse. Quienes sufren estas expresiones soportan también una agresión tan insultante como grave y de consecuencias inestimables...

Si no se pone freno al uso y abuso de ciertas palabras, el lenguaje perderá su sentido, solvencia, tino y sensibilidad. La lucha contra estas situaciones pretende que no se viole, en este sentido, el respeto de las personas. Recuerdo palabras de María Zambrano (Hacia un saber sobre el alma, Alianza, Madrid, 1987), quien siempre defendió la «palabra liberada y liberadora». A favor de la libertad humana, «la palabra liberada del lenguaje lleva la humanidad del hombre a límites recién descubiertos, a límites de la hombría, del ser hombre con lo inhumano».

El lenguaje es una herramienta de comunicación entre mujeres y hombres y –ya digo- la palabra es la materia básica para entender lo humano.

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3 comentarios:

Umar dijo...

Bien dicen que la palabra vence más que la espada. Sin embargo, la mejor manera de quitarle fuerza al lenguaje es hacerlo banal, un instrumento rudimentario para no expresar más que más básico.

Te ha quedado hermoso tu espacio.
Hace ya dos años que nos iniciamos en este mundo de bitácoras virtuales. Hace poco me hice un pequeño homenaje y ahí estuvo presente tu recuerdo de esos días.

Muchos abrazos, Sole.

rosacobos dijo...

Tan acertada como siempre, Soledad. Te ha quedado un hermoso post, que da qué pensar.

Soledad Flaubert dijo...

Resih Umar: yo también te sigo. Últimamente, comento poco porque el tiempo, ese implacable tiempo, me falta para todo... Será que tengo que organizarme mejor.
Me gusta que sigas mirando por esta Mirilla, aunque ya ves que lo que se encuentra en esta última etapa son unas mezclas extrañas de sentimientos con situaciones complejas, especialmente en el trabajo.
Ayer estuve leyéndote, te dejé una cosita. Me alegra seguir en contactocontigo!!! Un abrazo.

Rosa, gracias por tu opinión y "alabanza"... Es que me miras con buenos ojos.
Este post lo tenía escrito y lo he volcado tal cual. Lo escribí hace un tiempo después de presenciar (vivir) una situación sumamente desagradable. Cosas que pasan...
Un abrazo y hasta prontito

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