14 dic 2008

El "mobbing" del trepador


ESTE término anglosajón que define el acoso laboral ejercido por los jefes o encargados de las empresas a los trabajadores de inferior categoría tiene, como todo en esta vida, su excepción, su particularidad o, en el caso que hoy comento, su vuelta de tuerca.
Precisamente, me quiero referir en esta ocasión al ejercicio de "culichichi", "pelota", "correveidile", adulón y otras calificaciones que el decoro me impide de aquellos trabajadores que, elegidos por sus propios compañeros para ejercer como sus representantes ante la empresa, olvidan -a sabiendas- esa función y dirimen o resuelven sus particulares rencillas personales "dejando caer" en el lugar oportuno que le permite su representación sindical una infamia o calumnia con la única finalidad de desprestigiar a otro trabajador.
Es tan grave esta situación, que cada vez parece que se da con mayor frecuencia, que menoscaba la imprescindible labor de aquellos sindicalistas que se toman muy en serio el compromiso con sus compañeros. La tarea negociadora entre la parte empresarial y los empleados es un punto vital de las relaciones laborales y, sin lugar a dudas, una de las claves más sólidas de la democracia. La paz laboral, sustentada en la justicia y los argumentos, significa uno de los valores imprescindibles para la economía de cualquier país.
Por ello, este tipo de personajillos que encuentran en el sindicalismo la manera de trepar hacia el gandulismo ortopédico hacen un daño irreparable a la credibilidad del sistema de relaciones laborales en democracia. Son, precisamente, aquellos que están siempre prestos a los infundios, las descalificaciones, las bajadas de pantalones y que, con el ceño fruncido, hablan de derechos delante de sus compañeros y, al momento, van con el cuento del día al jefe o a los encargados de turno para robarles a sus semejantes ese trocito de escalera que su incapacidad laboral manifiesta les impide. Patético.
Son, de hecho, los auténticos cánceres en las empresas, ya que si hoy son capaces de traicionar a los de su misma condición, ¿qué se puede esperar de ellos, de estos Judas que tienen en el doble lenguaje y la mentira la única estrategia para escon- der su incapacidad?
Por cierto, son muy fáciles de reconocer, ya que aplican el poder contra sus iguales con una visceralidad impensable siquiera para la misma empresa. Si conoce usted a alguno de ellos, sonríale con ironía y espérelo en la "bajadita"

Fuente del texto: http://www.eldia.es/2008-12-13/ultima/ultima5.htm#3

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