Chantal Sébire no quería seguir viviendo. Esta tarde aparecía muerta en su domicilio de Dijon (centro de Francia), según ha informado el ministerio del Interior francés.
Hace dos días, el Tribunal de Gran Instancia de Dijon denegó su petición para que le fuera aplicada la eutanasia activa, ya que sufría un cáncer incurable en la cavidad nasal que se iba extendiendo hacia el cerebro y le producía serios daños, como una ceguera progresiva, así como intensos dolores.
El tipo de dolencia de Sébire sólo es padecida por unas doscientas personas en el mundo y tiene como efecto la deformación anómala de su cara, así como un sufrimiento permanente que dosis de morfina no conseguían limitar plenamente.
Por el momento se ignoran las circunstancias en que se ha producido la muerte de la mujer, una maestra de escuela con tres hijos que apeló a la "humanidad" de la Justicia en su deseo de morir con dignidad.
Sébire solicitó por carta al presidente de la República, Nicolas Sarkozy, la legalización de la eutanasia el pasado 6 de marzo. La paciente aseguró hace unos días que no recurrirá la sentencia y manifestó su deseo de acudir a Suiza, donde la eutanasia es legal. La ley Leonetti, redactada en 2005, autoriza a los enfermos a rechazar un tratamiento, lo que permitiría inducir a la Sébire a un coma y dejar de alimentarla hasta su muerte. Sébire rechazaba esta opción por considerarla una "agonía indigna".
Una excepción a la Ley de cuidados paliativos
Esta misma tarde, el ministro francés de Asuntos Exteriores Bernard Kouchner, se desmarcaba de buena parte del Ejecutivo y defendía una excepción a la ley francesa que impide la eutanasia activa, apoyando así la petición de Sébire, que reclamaba su derecho a morir dignamente.
"Me parece muy difícil no poder ofrecerle una puerta de salida, que sería una puerta de amor con los suyos. Sería necesaria una excepción a la ley", declaró Kouchner, médico y fundador de las ONG Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo.
La experiencia de Chantal Sébire ha suscitado un debate en
Francia acerca de la eutanasia e incluso motivado que este jueves mismo el Gobierno haya encargado al diputado Jean Leonetti un estudio sobre las eventuales lagunas de la legislación. Leonetti fue el ponente de la ley de 2005 que regula casos como el de la mujer de Dijon y para lo que la única respuesta en la denominada eutanasia pasiva, que permite a los médicos dejar morir, pero no ocasionar la muerte de modo activo.
Antes de conocer la sentencia del tribunal de Dijon Chantal Sébire había declarado estar dispuesta a cumplir con su deseo de morir dignamente e incluso apuntó la posibilidad de desplazarse a Suiza, uno de los países europeos que autoriza la eutanasia activa junto con Holanda y Bélgica.
El caso ha generado divisiones en el seno del Gobierno, donde el titular de Exteriores y médico de formación, Bernard Kouchner, ha abogado por permitir a la enferma la eutanasia activa para que no se suicidara "en la clandestinidad, algo con lo que todo el mundo sufriría, sobre todo su familia".
Por el momento se ignoran las circunstancias en que se ha producido la muerte de la mujer, una maestra de escuela con tres hijos que apeló a la "humanidad" de la Justicia en su deseo de morir con dignidad.
Sébire solicitó por carta al presidente de la República, Nicolas Sarkozy, la legalización de la eutanasia el pasado 6 de marzo. La paciente aseguró hace unos días que no recurrirá la sentencia y manifestó su deseo de acudir a Suiza, donde la eutanasia es legal. La ley Leonetti, redactada en 2005, autoriza a los enfermos a rechazar un tratamiento, lo que permitiría inducir a la Sébire a un coma y dejar de alimentarla hasta su muerte. Sébire rechazaba esta opción por considerarla una "agonía indigna".
Una excepción a la Ley de cuidados paliativos
Esta misma tarde, el ministro francés de Asuntos Exteriores Bernard Kouchner, se desmarcaba de buena parte del Ejecutivo y defendía una excepción a la ley francesa que impide la eutanasia activa, apoyando así la petición de Sébire, que reclamaba su derecho a morir dignamente.
"Me parece muy difícil no poder ofrecerle una puerta de salida, que sería una puerta de amor con los suyos. Sería necesaria una excepción a la ley", declaró Kouchner, médico y fundador de las ONG Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo.
La experiencia de Chantal Sébire ha suscitado un debate en
Francia acerca de la eutanasia e incluso motivado que este jueves mismo el Gobierno haya encargado al diputado Jean Leonetti un estudio sobre las eventuales lagunas de la legislación. Leonetti fue el ponente de la ley de 2005 que regula casos como el de la mujer de Dijon y para lo que la única respuesta en la denominada eutanasia pasiva, que permite a los médicos dejar morir, pero no ocasionar la muerte de modo activo.
Antes de conocer la sentencia del tribunal de Dijon Chantal Sébire había declarado estar dispuesta a cumplir con su deseo de morir dignamente e incluso apuntó la posibilidad de desplazarse a Suiza, uno de los países europeos que autoriza la eutanasia activa junto con Holanda y Bélgica.
El caso ha generado divisiones en el seno del Gobierno, donde el titular de Exteriores y médico de formación, Bernard Kouchner, ha abogado por permitir a la enferma la eutanasia activa para que no se suicidara "en la clandestinidad, algo con lo que todo el mundo sufriría, sobre todo su familia".
3 comentarios:
alguien la ayudó a morir.. si es que manda ue
La eutanasia es un tema muy pantanoso. Se habla de legalización de la eutanasia para casos límite. Pero en Holanda, donde lleva legalizada años, no es así; se va haciendo habitual y va calando la mentalidad de que si estás enfermo lo mejor -para todos- es pedir la eutanasia, en detrimento de los cuidados paliativos
Preguntar a un enfermo si desea pedir la eutanasia es ponerle ante un dilema y ya tiene consecuencias en él. Si pide la Eutanasia, se le quita la vida y acaba el dolor, claro. Pero ¿y si pidiera medicina paliativa? Algunos dirán, con tono comprensivo, que no pasaría nada, todo sigue como siempre, se le cuida hasta que muera. Pero no. Ya nada es como antes. Si elige seguir viviendo, siempre tendrá que explicar por qué ha optado por una solución que supone más sacrificios a sus cuidadores, más dinero al Estado por gastos de la Ley de Dependencia y gastos sanitarios. El mismo personal sanitario que le cuida es el que le hubiera quitado la vida. Y como el enfermo no ha querido, hay que seguir cuidandole. Y total, para seguir sufriendo. Y los familiares, que quizá le sugirieron la eutanasia, son los que deben seguir viniendo a verle no se sabe cuantos meses o años más. Y quitando tiempo de dedicación a los niños, y con la hipoteca que les agobia, y en vacaciones, a ver que pasa... Los médicos o los familiares, no va a decir así las cosas, claro. Pero no somos tontos y sabemos cuando algo que hemos decidido no ha caído bien o resulta un engorro.
Encima, el Estado es parte interesada. Aunque los políticos se indignen, saben perfectamente que cuanta más eutanasia, más millones de euros para otros gastos sanitarios. Cuestan mucho menos dinero los trámites de defunción que un día más de cuidados paliativos. Para un contable sin prejuicios morales la mejor solución está bien clara: animar a pedir la eutanasia a todos. Sin embargo, nuestros mayores y nuestros enfermos, que con su vida han colaborado a hacer un mundo más humano, se merecen la mejor solución aunque cueste más. Si alguien quiere tener más reflexiones de interés sobre este tema en la etiqueta: http://opinionciudadano.blogspot.com/ se encontrará unas cuantas
Gracias por ofrecerme la opción de opinar,
Santiago
El Estado no sólo no prohíbe vivir, sino que criminaliza la posibilidad de la muerte voluntaria, reflexiva y digna.
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