25 jul 2009

Lo que parece, que no es



La evolución de Benjamín Button hizo que me cuestionase, una vez más, la linealidad de la vida, qué es el tiempo; qué, el espacio.
Ciertamente no elegimos venir aquí a este mundo ni dónde lo hacemos; nos traen, nos depositan y, una vez aquí, sí somos dueños de nuestros actos de nuestras decisiones...
Nacemos y morimos sin elegirlo pero, entremedio, hay un paréntesis, una efímera existencia... Entonces, ya no es cuestión "estar" sólamente, sino de "ser"; no es cuestión de tiempo, sino de intensidad; no es cuestión de sobrevivir sino de vivir y aprender a disfrutar de la vida. Eso sí, cada cual con sus especiales circunstancias...

Benjamín Button fue despreciado por su aspecto externo: nació diferente; aparentemente, viejo (no como los recién nacidos). En consecuencia, nadie esperaba una evolución vital contraria a o que estaba establecido a lo que debía ser "normal". Así que mientras el tiempo transcurría para unos y otros, también él (Benjamín) transcurría por el tiempo "alimentándose" interiormente y sorprendiendo por su apariencia exterior. De este modo, etiquetas a parte, viajó por la vida sin dejar que la vida viajase por él.


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