Nos quedan las palabras, menos mal. Siempre me gustó jugar con ellas, dejarlas caer, desentrañarlas, jugar con sus significados (darles el mio, captar el tuyo), interpretarlas... Y es que las palabras no pueden asignarse unívocamente a cosas, actos o experiencias.
Era Saussure quien decía que la relación entre significante y significado es arbitraria, ya que un significante no tiene por qué asociarse con determinado significado. De ahí que la variedad de opciones a la hora de hablar, escribir, escuchar, leer sea tan diversa como sus distintas interpretaciones... Es más, las relaciones que hay entre la palabra y el mundo tampoco son exclusivas del arte verbal; es decir, para expresarnos no es indispensable el lenguaje verbal-oral ni tampoco el verbal-escrito, basta con una mirada, un gesto, una mano...
Lo que quieras oír, que no escuchar:
Lo que no se expresa con palabras:
Cosas que nunca te dije:
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