Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos al menos el derecho de imaginar el mundo que queremos que sea.
Las Naciones Unidas ha proclamado extensas listas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos por un ratito? Al fin del milenio, vamos a clavar los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible:
Las Naciones Unidas ha proclamado extensas listas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos por un ratito? Al fin del milenio, vamos a clavar los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible:
- El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
- La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora,
ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor.
- El televisor dejará de dejará de ser el miembro más importante de la familia.
- La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar.
- Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más.
- Como canta el pájaro, sin saber que canta, y como juega el niño, sin saber que juega.
- En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo.
- Los economistas no llamaran nivel de vida al nivel de consumo; ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
- Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
- Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
- El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza. Y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra.
- La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio. Porque la comida y la comunicación son derechos humanos.
- Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
- Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.
- Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
- La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla, y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.
- La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, volverán a juntarse bien pegaditas, espalda contra espalda.
- En Argentina, las locas de plaza de mayo serán un ejemplo de salud mental,
porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
- La perfección, la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses.
- Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida
como si fuera la última, y cada día como si fuera el primero.
Fuente: Eduardo Galeano (http://www.sololiteratura.com/gal/galeanoprincipal.htm)
2 comentarios:
Parece utopia, pero algo demasiado personal para ser deseable.
que estes bien.
Gracias, Diego, por pasar por aquí. ¿Sabes? Yo pienso que pequeños actos de cada uno, muchas manos pueden construir poco a poco algo grande.
También hace falta soñar... Ciertamente, hay palabras que no pasan nunca ni tienen fecha de caducidad; todo lo contrario: cobra más fuerza y sentido con el paso del tiempo. Y es lo que pasa con “Derecho al delirio“, escrito en 1999 por Eduardo Galeano, aunque podía decirse que está escrito hace un ratito. Parece que está escrito para éste año 2009 y siguientes... Es como si lo que escribió entonces se refiriese también a lo que sucede hoy, a lo que estamos viviendo ahora.
Este hombre, concienciado con los problemas del mundo, con la globalización y sus consecuencias, con la in-justicia, es un revolucionario que tiene como bandera la humanidad, la defensa de los derechos humanos
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