A menudo, cuando el tiempo me lo permite, visito algunos de esos blog que tanto me aportan y enseñan. Hoy le he dedicando un ratito a Rosa Cobos, quien escribe y con conocimiento sobre asuntos de actualidad que nos atañe a todos. Hoy, hace unos minutos, he descubierto el secreto de este blog: su conocimiento se une a la experiencia vital y laboral que tiene. Pero lo que hace que su blog resulte ameno, a pesar de la seriedad de los temas que trata, es la naturalidad y claridad con la que se expresa.
En esta ocasión, su reflexión ha sido sobre una noticia aparecida hace algunos días en Público que, como ella dice, resulta bastante curiosa. Lo es tanto por su titular "No demandes a Dios porque es imposible ganar" como por su contenido, a lo que hay que añadir la interpretación que Rosa Cobos hace, con la que estoy plenamente de acuerdo en su artículo "Los atributos divinos de la Administración". Con su premiso, que me lo tomo prestado, os dejo aquí el artículo porque no tiene desperdicio: http://rosacobos.wordpress.com/2008/12/14/los-atributos-divinos-de-la-administracion/
Conforme lo estaba leyendo, se me han venido a la cabeza cantidad de situaciones ante las que nos encontramos indefensos aunque sea en defensa de los derechos fundamentales que constitucionalmente tenemos todas las personas, como por ejemplo, el derecho a un puesto de trabajo y a poder desempeñarlo dignamente. Sinceramente, cuesta admitirlo; pero es cierto aunque cueste reconocerlo. En muchas ocasiones, funcionarios, con principios éticos y ricos en ideas en iniciativas, se pasan la vida intentando "entender por qué a veces las cosas se hacen mal, cuando es mucho más fácil hacerlas bien". Y lo peor: si intentan cambiar algo, modernizar las actuaciones administrativas o actuar de modo diferente al establecido por "decreto superior", terminan siendo un obstáculo para quien pretende que "nada cambie para que todo siga igual". He aquí uno de los motivos del acoso moral en el trabajo, sobre el que, en la mayoría de los caso, se pasa de puntillas aludiendo que es un conflicto interpersonal.
Ciertamente, hay un amplio abanico legislativo que permite a los funcionarios denunciar las actuaciones administrativas que puedan perjudicarles; pero también es cierto que como dice el dicho popular "quien hace la ley hace la trampa" (también sin intención de ofender a nadie) . El funcionario puede hacer uso de las leyes en función de sus derechos, pero ante quien y contra quién. Como dice Rosa Cobos, "todo está regulado y, tal vez por ese exceso de regulación, la Administración a veces encuentra el hueco por donde escapar y por donde salir victoriosa cuando una persona decide enfrentarse a ella". La Administración legisla (impulsa y aprueba leyes), la Justicia -que, desde mi punto de vista, también es Administración- las interpreta y aplica.
Durante mi reflexión, consecuencia de la reflexión de Rosa, lo primero que pensé y lo último que expreso es el caso de María José Blanco Barea (jurista, defensora de los derechos humanos, luchadora y experta en la lucha contra el acoso) quien ingresó en la prisión de Topas (Salamanca), el pasado miércoles 15 de octubre por desobediencia civil y siendo coherente con lo que ella siempre ha defendido (http://plataformamj.creatuforo.com/)
Y es que, como dice Montesquieu: "No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia".
De nuevo coincidimos, Rosa:
- La Administración es omnisciente. Todo lo puede. Su poder resulta interminable e inextinguible.
- La Administración todo lo sabe. Nada escapa a su sabiduría.
- La Administración es omnipresente. Todo lo comprende, todo lo abarca. La encontramos en todas partes.
Lo peor, si es es inextinguible, lo sabe todo y la encontramos en todas partes, ¿dónde se dirigen quienes dependen de ella y no son respetados en sus más elementales derechos?
En esta ocasión, su reflexión ha sido sobre una noticia aparecida hace algunos días en Público que, como ella dice, resulta bastante curiosa. Lo es tanto por su titular "No demandes a Dios porque es imposible ganar" como por su contenido, a lo que hay que añadir la interpretación que Rosa Cobos hace, con la que estoy plenamente de acuerdo en su artículo "Los atributos divinos de la Administración". Con su premiso, que me lo tomo prestado, os dejo aquí el artículo porque no tiene desperdicio: http://rosacobos.wordpress.com/2008/12/14/los-atributos-divinos-de-la-administracion/
Conforme lo estaba leyendo, se me han venido a la cabeza cantidad de situaciones ante las que nos encontramos indefensos aunque sea en defensa de los derechos fundamentales que constitucionalmente tenemos todas las personas, como por ejemplo, el derecho a un puesto de trabajo y a poder desempeñarlo dignamente. Sinceramente, cuesta admitirlo; pero es cierto aunque cueste reconocerlo. En muchas ocasiones, funcionarios, con principios éticos y ricos en ideas en iniciativas, se pasan la vida intentando "entender por qué a veces las cosas se hacen mal, cuando es mucho más fácil hacerlas bien". Y lo peor: si intentan cambiar algo, modernizar las actuaciones administrativas o actuar de modo diferente al establecido por "decreto superior", terminan siendo un obstáculo para quien pretende que "nada cambie para que todo siga igual". He aquí uno de los motivos del acoso moral en el trabajo, sobre el que, en la mayoría de los caso, se pasa de puntillas aludiendo que es un conflicto interpersonal.
Ciertamente, hay un amplio abanico legislativo que permite a los funcionarios denunciar las actuaciones administrativas que puedan perjudicarles; pero también es cierto que como dice el dicho popular "quien hace la ley hace la trampa" (también sin intención de ofender a nadie) . El funcionario puede hacer uso de las leyes en función de sus derechos, pero ante quien y contra quién. Como dice Rosa Cobos, "todo está regulado y, tal vez por ese exceso de regulación, la Administración a veces encuentra el hueco por donde escapar y por donde salir victoriosa cuando una persona decide enfrentarse a ella". La Administración legisla (impulsa y aprueba leyes), la Justicia -que, desde mi punto de vista, también es Administración- las interpreta y aplica.
Durante mi reflexión, consecuencia de la reflexión de Rosa, lo primero que pensé y lo último que expreso es el caso de María José Blanco Barea (jurista, defensora de los derechos humanos, luchadora y experta en la lucha contra el acoso) quien ingresó en la prisión de Topas (Salamanca), el pasado miércoles 15 de octubre por desobediencia civil y siendo coherente con lo que ella siempre ha defendido (http://plataformamj.creatuforo.com/)
Y es que, como dice Montesquieu: "No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia".
De nuevo coincidimos, Rosa:
- La Administración es omnisciente. Todo lo puede. Su poder resulta interminable e inextinguible.
- La Administración todo lo sabe. Nada escapa a su sabiduría.
- La Administración es omnipresente. Todo lo comprende, todo lo abarca. La encontramos en todas partes.
Lo peor, si es es inextinguible, lo sabe todo y la encontramos en todas partes, ¿dónde se dirigen quienes dependen de ella y no son respetados en sus más elementales derechos?
1 comentario:
Soledad, muchas gracias por mencionarme varias veces en este post. La verdad es que lo he leído después de contestar a tu comentario en mi blog.
Realmente, le has dado un toque diferente y es que el tema da para mucho.
Se habla de mobbing, acoso laboral y discriminación. En teoría. Pero sólo eso. En la práctica existen situaciones de acoso y de discriminación que si una quisiera demostrarlas legalmente no podría. Y es que todavía las técnicas que utiliza el acosador (por muy definido que esté su perfil) son sibilinas y no tan facilmente demostrables.
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