Ésta es la pregunta del millón en relación a las víctimas de mobbing no es tanto “que es lo que han hecho para merecer el acoso Psicológico”, sino “que es lo que son y representan” para quienes las acosan. La respuesta es siempre la misma: las víctimas del acoso laboral son o se han transformado en una amenaza. No es que vayan por ahí amenazando a nadie. Son sus capacidades profesionales (brillantez, nivel de capacitación, éxito profesional), sus valores y forma de ser (felicidad, alegría, sociabilidad, solidaridad con los demás), lo que les granjea la animadversión de muchos en su entorno que sencillamente, como la madrastra del cuento, “no pueden soportar” la presencia profesional de la víctima cerca de si.
Esos seres apagados y tristes, grises, y acomplejados que suelen ser los acosadores laborales se lanzan al acoso y derribo de aquellos a los que estiman ser la fuente de su sufrimiento personal. Creen que el modo de conjurar su envidia y sus celos es eliminar a la víctima de su lugar de trabajo, cargándose su imagen, su reputación mediante las acusaciones infundadas y falsas que en todo proceso de acoso Psicológico son centrales.
Tal y como apunta Girard, en el momento crucial de la persecución de todo chivo expiatorio, se inventa o fabula un crimen horrendo que supuestamente ha cometido y ello sirve para cargárselo limpiamente. Por eso, al final el mobbing resulta ser un crimen laboral “perfecto”. Todos cuantos son eliminados son presentados como indignos, y todos cuantos son presentados ante la opinión pública como indignos son violentamente eliminados.
La recomendación más inteligente consiste por el contrario en hacer frente a la situación manteniendo la calma, sin permitir que el acoso le desestabilice a uno. Ser emocionalmente inteligente en el mobbing no siempre es algo fácil. Cuando las víctimas del acoso laboral ven que pierden -les roban- su profesión, su salud, su relación de pareja, o su misma capacidad de disfrutar (anhedonia), pedirles que todo ello no les desestabilice es pedir casi un imposible.
Véase:
Esos seres apagados y tristes, grises, y acomplejados que suelen ser los acosadores laborales se lanzan al acoso y derribo de aquellos a los que estiman ser la fuente de su sufrimiento personal. Creen que el modo de conjurar su envidia y sus celos es eliminar a la víctima de su lugar de trabajo, cargándose su imagen, su reputación mediante las acusaciones infundadas y falsas que en todo proceso de acoso Psicológico son centrales.
Tal y como apunta Girard, en el momento crucial de la persecución de todo chivo expiatorio, se inventa o fabula un crimen horrendo que supuestamente ha cometido y ello sirve para cargárselo limpiamente. Por eso, al final el mobbing resulta ser un crimen laboral “perfecto”. Todos cuantos son eliminados son presentados como indignos, y todos cuantos son presentados ante la opinión pública como indignos son violentamente eliminados.
La recomendación más inteligente consiste por el contrario en hacer frente a la situación manteniendo la calma, sin permitir que el acoso le desestabilice a uno. Ser emocionalmente inteligente en el mobbing no siempre es algo fácil. Cuando las víctimas del acoso laboral ven que pierden -les roban- su profesión, su salud, su relación de pareja, o su misma capacidad de disfrutar (anhedonia), pedirles que todo ello no les desestabilice es pedir casi un imposible.
Véase:
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